De un tiempo a esta parte el fenómeno del prestamismo y de la compra de productos de segunda mano ha experimentado un auge importante, también en las sillas infantiles. Es cierto que un bebé va a costar mucho dinero en los primeros años y que vamos a tener que adquirir infinidad de productos para su bienestar y seguridad, por lo que si nos prestan algún producto vamos a poder ahorrar algún dinero. Pero en las sillas de seguridad para el coche hay que ir especialmente con cuidado, ya que un producto de segunda mano puede ser muy peligroso.
Las sillas de automóvil no tienen fecha de caducidad en Europa. Ni la normativa de homologación R44/04 ni la R129 o i-Size mencionan nada al respecto, por lo que raramente vamos a encontrar una fecha de fabricación o de caducidad en ninguna silla en Europa. En Estados Unidos las sillas sí tienen fecha de caducidad, pero allí las sillas de automóvil tienen que pasar unas pruebas de homologación completamente diferentes a las europeas porque ni las carreteras, ni los coches, ni el estilo de vida ni las condiciones climatológicas son los mismos.
Así pues, si las sillas no tienen fecha de caducidad ¿significa que son eternas?
Ni mucho menos. Una parte importante de la silla, si no la más importante, es la estructura de plástico. Este plástico está formado por diferentes componentes y esta aleación debe cumplir con dos requisitos:
> Debe ser estructuralmente resistente para no romperse en caso de accidente.
> Debe ser al mismo tiempo flexible para amortiguar los golpes y proteger al bebé en caso de accidente.
Este plástico es especialmente sensible a la luz del sol y a los cambios de temperatura. Estos dos factores hacen que con el paso del tiempo el plástico vaya perdiendo sus propiedades y vaya endureciéndose. Más allá del tiempo en el que la silla puede utilizarse es muy probable que la silla haya perdido parte de sus propiedades, si bien este hecho depende de la calidad del plástico utilizada en la fabricación y del uso que se le haya dado a la silla.
Hay dos formas de obtener las piezas de plástico de una silla infantil: el soplado y el inyectado. El soplado consiste en calentar un trozo de plástico e introducir aire en su interior para obtener de esta forma una pieza acabada. Así es como se fabrican las botellas de refresco. La segunda opción consiste en inyectar plástico fundido en un molde para conseguir la pieza. Las piezas así obtenidas suelen ser de calidad superior y se deterioran menos con el paso del tiempo. Si el plástico que se utiliza para la fabricación de la silla es reciclado la estabilidad estructural que se obtienen es menor, ya que al fundir el plástico por segunda vez estamos afectando a su estructura y pueden aparecer pequeñas fisuras que, con el paso del tiempo, pueden agravar el deterioro de la silla.
Silla fabricada con plástico inyectado.
Igualmente, no todos los plásticos son iguales, y una silla elaborada con plástico puro no reciclado de la prestigiosa marca Dupont ®garantiza que la silla soportará mejor el paso del tiempo. Al margen del plástico, las piezas metálicas son asimismo importantes y deben ser verificadas en el laboratorio de materiales antes de proceder a la fabricación de cualquier silla para garantizar la máxima calidad en todo momento.
Las sillas del Grupo 0+ ó i-Size de 40 a 85 cm. tienen una vida útil bastante corta, debido a que en los primeros años es cuando el bebé crece más. Por ello, este tipo de silla es uno de los que más suele prestarse o adquirirse de segunda mano, cuando es una de las sillas que más riesgo comporta.
En efecto, las sillas tipo Maxi-Cosi® se utilizan habitualmente en el automóvil y encima de un cochecito, con lo que el número de horas que el sol incide en la silla son muchas más que en las sillas que van fijas en el coche. Igualmente, este tipo de sillas suele recibir más impactos ya sea porque después de dejar al bebé en la guardería la guardamos en el maletero del coche, donde puede recibir impactos de otros elementos o simplemente del portón trasero, o bien porque el simple hecho de ponerla y quitarla del coche implica que está más expuesta a los impactos.
Así pues, una silla infantil de coche usada puede implicar grandes riesgos. Como consejo general nunca debemos adquirir una silla de coche de segunda mano, ya que puede haber estado involucrada en un accidente y porque no sabemos qué uso se le ha dado.
Si la silla nos la presta algún familiar o amigo, debemos en primer lugar averiguar cuándo se compró la silla por primera vez, si la homologación de la silla es todavía válida y el uso que se le ha dado a la misma.
Tecnológicamente, además, las sillas han experimentado grandes cambios en los últimos años, y una silla actual va a proteger mucho mejor que una silla que tiene ya unos años.
Como ejemplo, las sillas de coche convertibles en capazo presentan un grado de protección superior gracias a la homologación i-Size, al mismo tiempo que las innumerables funciones adicionales que presentan (entre las que destaca el reclinado horizontal o los reductores para prematuros) las hacen perfectas para cualquier recién nacido en los primeros meses de vida.